lunes, 7 de noviembre de 2011

Desarrollo de la personalidad


Erikson a esta etapa la denomina habilidades del yo frente a inferioridad, el niño se tiene que sentir competente en algo, hábil. Hay que potenciar las habilidades del yo (que el niño realice actividades).
El conocimiento de sí mismo va a pasar de ser algo muy general y basado en atributos externos y arbitrarios, a ganar en contenidos psicológicos. Los niños empiezan a describirse como personas con sentimientos, pensamientos y capacidades propias, a partir de los 6-8 años. En este desarrollo del autoconcepto los padres son fundamentales. El niño se va a juzgar y a evaluarse según las reacciones, las etiquetas, los calificativos... que recibe de personas significativas, sobre todo de padres y maestros. Cooley introduce el concepto del yo a través del espejo para explicar este fenómeno; los padres tratan al niño de una forma determinada y el niño responde adaptándose a esas expectativas. Coopersmith analiza cuatro aspectos importantes para la formación de la autoestima:

Autoconcepto: concepto de uno mismo sin evaluar.
Autoestima: el aspecto evaluativo y enjuiciador que de sí mismo tienen los niños.

  • Significación, la forma en que se siente que se le acepta y le aprueban personas importantes para el niño; que se sienta importante para alguien.
  • Competencia, grado de habilidad para las distintas tareas, ya sean de deportes o escolares.
  • Logro de estándares morales y éticos. Es importante que el yo ideal (lo que el niño cree que debiera ser) no se separe del yo real, así no siente que está fallando en sus expectativas.
  • Poder. El grado en el cual sienten que pueden influir en su propia vida. Por eso en este último aspecto un exceso de sobre protección por parte de los padres contribuye en la baja autoestima. Los niños con más autoestima solían tener padres cariñosos, que aceptaban a los niños con sus sentimientos y les mostraban acepto. También mostraban interés por los pequeños problemas de los niños; facilitaban la comunicación de opiniones, sentimientos...; pero a la vez establecían normas firmes y consistentes. Y les animaban a tomar decisiones por sí mismos y tenían en cuenta las opiniones de sus hijos. Les planteaban exigencias de acuerdo con su edad.

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